La labor del cirujano se asemeja a la del artista que lucha por dominar la materia insuflándole una expresión y dotándola de una forma. Como la pintura o la escultura, también la cirugía tardó en ser reconocida como una actividad superior, intelectual, cosa que tenían reconocidos el médico y la medicina desde la antigüedad. Miguel Ángel fue el primero en tomar conciencia plena de la autonomía del artista y de su poder creador, y fue también el primero al que se le reconoció. Sus estudios de anatomía sobre cuerpos de fallecidos le permitieron poder dibujar, pintar y esculpir formas del cuerpo humano que nadie antes había conseguido representar, y que asombraron a sus contemporáneos, y todavía hoy a nosotros. Miguel Ángel discutió sobre la propia definición de escultura: él afirmaba que era el arte de quitar lo que sobraba, en oposición al modelado, que consistía en añadir lo que faltaba. Tuvo que dar vida a un bloque de mármol muerto, que otro escultor había intentado tallar antes sin éxito. El resultado fue el David, que es una invitación a la excelencia para cualquier cirujano plástico.
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